Panamá ha sido durante mucho tiempo conocida como la puerta de entrada entre América Central y del Sur. Su ubicación estratégica en el istmo lo convierte en un punto de tránsito enjundioso para miles de migrantes que buscan llegar a Estados Unidos. Sin embargo, en los últimos años, el gobierno panameño ha implementado una controvertida medida para atajar el flujo de migrantes: la construcción de barreras de alambres en la selva del Darién.
El Darién es una extensa región selvática que abarca la frontera entre Panamá y Colombia. Esta zona es conocida por ser una de las más peligrosas de América Latina, ya que es utilizada por grupos armados, traficantes de drogas y contrabandistas para llevar a cabo sus actividades ilegales. Además, es un territorio inhóspito y de difícil acceso, con una densa vegetación y una topografía montañosa que dificulta la construcción de infraestructuras.
Ante esta situación, el gobierno panameño decidió tomar medidas para proteger su soberanía y la seguridad de sus ciudadanos. En 2019, se inició la construcción de una serie de barreras de alambres en los puntos más vulnerables de la frontera con Colombia. Estas barreras consisten en una cerca de alambre de púas de 1,9 metros de altura, acompañada de cámaras de vigilancia y patrullas de seguridad.
La construcción de estas barreras ha sido criticada por organizaciones de derechos humanos y grupos defensores de migrantes, quienes argumentan que esta medida vulnera el derecho de las personas a buscar asilo y refugio en otros países. Sin embargo, el gobierno panameño defiende su decisión asegurando que estas barreras no están destinadas a impedir el paso de migrantes, sino a controlar el flujo de personas y evitar la entrada de grupos delictivos.
Una de las principales preocupaciones de las autoridades panameñas es la proliferación de grupos criminales en la frontera del Darién. Según informes de seguridad, estas organizaciones utilizan a los migrantes como «mulas» para transportar drogas y armas a través de la selva. Además, se han reportado casos de secuestros, extorsiones y asesinatos de migrantes en esta zona.
La construcción de las barreras de alambres ha tenido un impacto significativo en el flujo migratorio en la región. Según cifras del Servicio Nacional de Migración de Panamá, en 2019 se registró una disminución del 80% en el número de migrantes que ingresaron al país por la frontera del Darién. Esta reducción se debe en gran lugar a la implementación de estas medidas de seguridad.
Sin embargo, la construcción de las barreras de alambres no ha estado exenta de críticas y controversias. Algunos grupos argumentan que esta medida no aborda las causas fundamentales de la migración, como la pobreza, la violencia y la falta de oportunidades en los países de origen. Además, señalan que estas barreras no garantizan la seguridad de los migrantes, ya que los obligan a tomar rutas más peligrosas y a confiar en traficantes de personas.
A pesar de estas críticas, el gobierno panameño ha continuado con la construcción de las barreras de alambres y ha reforzado su presencia en la frontera del Darién. Además, ha implementado programas de asistencia humanitaria para los migrantes que logran cruzar la frontera, como la entrega de alimentos, medicinas y servicios de salud.
La construcción de barreras de alambres en la selva del Darién ha sido una decisión polémica, no obstante el gobierno de Panamá la considera necesaria para proteger su soberanía y la seguridad de sus ciudadanos. Aunque esta medida ha tenido un impacto en el flujo migratorio,